Los niños no son adultos chiquitos.

“Puedes comprar el reloj, mas no puedes comprar el tiempo.” – Anónimo.

En una época dónde la gente se incomoda y en ocasiones se enfurece porque no consigue la respuesta que quiere por whatsapp en segundos. Es de entenderse que la paciencia no sea un atributo muy practicado y que todo lo esperamos casi inmediatamente.

El tiempo nunca vamos a poder acapararlo, detenerlo, acelerarlo y mucho menos perderlo. Aunque con nuestra percepción fallida a veces sí nos parezca.

Uno de mis hijos me preguntó recientemente: ¿Papi, falta mucho para que sea adulto? Apenas tiene cuatro años cumplidos.

No sé que pasó o en donde nos equivocamos pero me queda claro que existe mucha prisa para que nuestros niños se conviertan en adultos. Y no lo digo sólo porque me lo preguntó mi hijo. Falta pasearse por el parque para ver a cientos de niños con sus teléfonos celulares, iPads, y coches eléctricos.

En los restaurantes, las caras de frustración y de juicio de la mayoría de los adultos cuando ven una mesa con niños. Las miradas de preocupación de los meseros y no se diga las groserías que algunas personas llegan a decir porque los niños no se están portando “bien”.

Pero en casa hacemos lo mismo, no sé si en otros países sea igual pero en México las fiestas infantiles se han convertido en una ridiculez. Un escaparate más del materialismo en el que nos hemos sumergido. Una competencia mundana para gritarle al mundo quién tiene más. He asistido a algunas que parecen bodas.

Entiendo el deseo que tenemos los padres de que nuestros hijos sepan lo mucho que los amamos y que sus vidas estén llenas de felicidad y de memorias extraordinarias. ¿Pero no les parece que se nos ha pasado la mano?

Los niños que se portan muy “bien”, no brincan, no gritan, no se ríen, están quietísimos y probablemente no dejan su tablet. Son como señorsitos. En realidad son niños a los que los están entrenando a ser adultos. Énfasis en la palabra “entrenando”.

Como todo hay que empezar en nuestra casa, pero esta situación es algo que como sociedad debemos transformar. Necesitamos dejar de querer acelerar la niñez.

Dejémos a los niños ser niños, a muchos de nosotros también nos haría muy bien.