
Ni muy muy, ni tan tan.
Antes de que existiéramos los seres humanos en el planeta. No había el concepto de “bien” y “mal”. Por lo menos no como lo usamos ahora. A menos de que crean que había dinosaurios buenos y dinosaurios malos, ¿se lo aprendimos a ellos?.
Fuera de broma, todo parece indicar que estos conceptos al igual que el lenguaje para expresarlos fueron creados por los seres humanos.
¿Pero que tan bueno es que seas positivo? O ¿que tan malo es que seas negativo? ¿Que tan bueno es tomar agua? O ¿Apoco puede ser malo?…… Depende.
Incluso algo tan “benigno” como consumir agua -potable para los que tienen mi sentido del humor.- Puede llegar a ser muy negativo. ¿Sabían que existe la “intoxicación por agua”? Incluso puede llegar a ser mortal.
En mi opinión lo ideal es encontrar un equilibrio o balance. Incluso con el agua. Ni tan poca agua que te deshidrates, ni tanta que te intoxiques. La vida creo que es eso, ir encontrando nuestro equilibrio y nuestro balance en todo. Cuando esta ecuación se carga hacía un lado empieza a haber un desequilibrio y la mayoría de las veces hay problemas que enfrentar.
Me considero que soy una persona que tiende a tener un optimismo hacia la vida y sus circunstancias. Aunque en ocasiones también soy pesimista. Me gusta pensar en el peor escenario posible, me ha servido de consuelo y como estrategia. Además de que tengo una fascinación por los datos y la ciencia. Hay un dicho que me resulta una buena herramienta “Plan for the worst, hope for the best.” – “Planea para lo peor, esperando lo mejor.”
Ambos lados de este espectro pueden complicarse. Si eres tan positivo que dejas de analizar los datos de la realidad puedes limitarte y no ver ciertas opciones a tu alcance. Incluso puedes llegar a estar en la negación de la realidad. Cosa bastante común particularmente en tiempos estresantes o de crisis. Si eres tan negativo que dejas de tener esperanza, también puedes limitarte y caer en un abismo que es difícil y obscuro para poder ver soluciones y salir del mismo.
Una vez más, creo que lo mejor es un equilibrio. Necesitamos abrir nuestros ojos a los datos de la realidad por más que no nos gusten o nos den miedo. Si viene un coche a toda velocidad lo mejor para salvarme de ser atropellado es quitarme del camino, no pretender que no viene el coche. O peor, quedarme parado y pensar que si traigo mis “amuletos de la suerte” o que soy buena persona y no me va a pasar nada malo a mi. Tampoco es útil ver que viene el coche a toda velocidad en mi dirección y entrar en pánico al grado que no veo opciones para salir de la situación, como quitarme del camino.
Ni tan positivo que niegue la realidad, ni tan negativo que pierda la esperanza.
Con la situación que estamos viviendo es fácil irnos a los extremos. Es entendible, natural, y humano. A veces vamos de un lado al otro, a veces nos mantenemos en uno y a veces damos bandazos.
Al final del día cada uno de estos mecanismos y estrategias para lidiar con la realidad nos ayudan a cada uno de nosotros de una y otra manera. Si no, no las haríamos.
Todos tenemos un umbral de paciencia y de tolerancia. Más tarde que temprano vamos a romperlo en algún momento de esta cuarentena. Sea cual sea el lado que escojas recuerda que no es mejor ser lo más positivo versus lo más negativo. Lo ideal sería no caer en los excesos y estar en la mejor posición para lograr tus objetivos.
Seguiré publicando lo que me parezca interesante y escribiendo como terapia personal. Les agradezco su interés de leerme, si en algún momento les harta lo que publico o escribo en mis redes. Siéntanse con la confianza de dejarme de leer o de bloquearme. ¡Viva el libre albedrío!
Por último, no perdamos nuestro sentido del humor. Siempre he estado muy de acuerdo con que el que no se ríe pierde. Principalmente si no sabemos reírnos de nosotros mismos.